En nuestras andanzas otoñales nos encontramos este arbusto que se nos aparece como un algodón de azúcar. Unas pocas ráfagas de viento van a garantizar que sus semillas sean esparcidas por todo el valle y más allá. A primera vista parece un poco como la flor del espino que hemos presenciado algunas veces en el ocaso de la primavera en el Reino Unido. Pero a diferencia de aquellas flores blancas y frescas que avisan la llegada de las bayas, este arbusto está ya en las últimas preparándose para minimizar su capacidad de producción en los meses del frío invierno.